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Foto del escritorDavid Segorbe

Lo que aprendí de mis inseguridades, antes de deshacerme de ellas.

Es por todos sabido, que nuestro yo adulto, va a depender de lo que fue nuestro yo niño.


Cuando queremos descubrir por qué actuamos de cierta manera ante diversas situaciones, cuando queremos saber por qué tenemos los gustos que tenemos o cuando queremos saber por qué somos del equipo de fútbol que somos, es muy probable que encontremos la respuesta viajando al pasado y analizando la educación, las vivencias o las relaciones que tuvimos en nuestra infancia.


Es por esto, que si nos educamos con personas que tienen ciertas predilecciones, formas de actuar, miedos o inseguridades hacia determinados temas, casi con total seguridad, los vamos a heredar de manera inconsciente, determinando nuestra personalidad, nuestra manera de reaccionar o nuestra forma de reaccionar o comportarnos en el futuro.


Comprender los temas que interfieren en tu conducta es una parte fundamental a la hora de analizar la procedencia de nuestras inseguridades. Las personas tenemos dudas, desconfianza o falta de seguridad, y esto influye en nuestra conducta. La capacidad para reconocer nuestras propias inseguridades y las de los demás nos beneficiará ante cualquier situación, y esto puede ser el primer paso.


Pero para que esto ocurra, antes debemos de ser conscientes de que hay ciertas situaciones o maneras de actuar de las que no estamos muy orgullosos de nuestra forma de gestionarlas o no entendemos por qué hemos actuado de cierta manera ante ellas. Hay quien no logra adquirir esa conciencia y pasa toda su vida viviendo en su verdad o su creencia distorsionada.


Yo personalmente soy una persona que creció desarrollando bastantes inseguridades por mi educación. Inseguridades probablemente heredadas por personas que las tenían y me las transmitieron sin ser conscientes. Suerte que un día, y tras un grave trastorno emocional por el que pasé, pude tomar consciencia acerca del por qué las personas nos comportamos o reaccionamos de cierta manera a la hora de tomar decisiones. Fue ese momento en el que empecé a descubrirme a mi mismo. Y me cago en la leche. No te imaginas lo liberado que quedas, cuando descubres por qué haces las cosas de determinada forma y aprendes a controlar esa manera de actuar, en lugar de que esa forma de actuar te controle a tí.


Para despertar esta capacidad, y teniendo en cuenta mi experiencia personal con mis propias inseguridades que durante tiempo he ido localizando, localicé seis factores que me enseñaron a actuar de manera diferente ante esas situaciones que no sabía gestionar.


No lo conviertas todo en un tema personal.

Nunca sabía criticar y, en vez de señalar los comportamientos equivovados que alguien debía cambiar, atacaba a la persona. Sin embargo, descubrí que la clave está en tu actitud. Hay que asumir la crítica como una oportunidad para mejorar y recuerda que cometer un error, no te define como persona.


No te compares con los demás.

No idealices a nadie solo por tu criterio mental. Todos tenemos virtudes y defectos, áreas en las cuales nos desenvolvemos mejor, y en otras peor. Cada persona es única en sí misma, ahí radica lo más grande de la ella.


No vivas buscando la aprobación de los otros.

Siempre estaba pendiente de la aprobación de los demás . Sin embargo, lo más importante es que tú te sientas satisfecho con tus logros. No adoptes las metas de los demás y no te sometas a su aceptación porque, a la larga, esta actitud solo te generará insatisfacción. En mi búsqueda de tratar de agradar a todo el mundo, descubrí que enfrentarme a mis miedos y asumir nuevos retos me ayudó a ganar seguridad en mi mismo.


Sana las heridas del pasado.

Aprendí a cerrar capítulos de mi vida y escribir nuevos otros nuevos en mi biografía. Trabajando con nuestras emociones y reconciliándonos con nosotros mismos podemos mejorar nuestra propia visión sobre nosotros mismos y aprender a aceptarnos tal y como somos.


No seas tan exigente contigo mismo.

Esta es lo que más me está costando conseguir. Si para ti, nunca es suficiente, nunca alcanzarás la felicidad ni estarás a gusto contigo mismo. El perfeccionismo es uno de los mayores enemigos para tu autoestima. Al final, aprendes a aceptar que ni la vida, ni las personas somos perfectos.


Manten bajo control esa voz que te susurra desde dentro.

Aunque no nos demos cuenta, pasamos una gran parte del día hablando con nosotros mismos. Establecemos un diálogo interno que determina nuestras actitudes y comportamientos. Si este diálogo es negativo será muy difícil que logres aceptarte. Por tanto, es esencial que aprendas a escuchar tu monólogo interior y que cambies este tipo de pensamientos por ideas más constructivas.


Analiza de dónde provienen tus creencias negativas, te asombrarás al descubrir que son generalizaciones inadecuadas que has formado a partir de eventos aislados de tu vida o etiquetas que los demás te han colocado.


Yo lo hice. Y si pude hacerlo, lo puede hacer cualquiera.


David Segorbe

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